martes, 13 de agosto de 2013

Comprendo que aún me quede nostalgia para volcar. La gran mayoría de ella se comprende por amores rotos. Quizás nunca  pueda sentir y vivir en paz y, una vez por todas, sentirse en las nubes y gozar del famoso cosquilleo en la panza. Crueles fueron quienes pisotearon mi corazón y fusilaron, lentamente, mi alma.
Hoy estoy aquí y las cosas no han cambiado del todo, un poco de revoque y de pintura disimulan la negrura de mi espíritu. Cuando creí haber superado el viejo fantasma del desamor y al pensar que nunca soltaría tu mano, de nuevo comencé a sentir el gran dolor que causa la decepción. 
Te miro y aunque solo veo en tus ojos un extremo vacío y en tus brazos ya no sienta protección, espero un milagro. Supuse que luego de tantas páginas leídas y cada una de las magníficas historias de amor que en ellas se encontraban, mi futuro podría ser similar. Que daría por que me entiendas, por que me oigas, por que me discutas, por que seas amable y educado conmigo, por que sientas que solo en mis ojos la paz se encuentra, que sea yo quien te brinde el amor incondicional, por que me complazcas, por que tus modales se destaquen, por que me ubiques en tus prioridades, por que me despiertes con una sonrisa, por que tejas junto a mi un futuro así éste parece mas cercano, por que me enseñes sin regaños, por que no me disminuyas por mis cualidades y que las comprendas, por que te sientas orgulloso de lo que soy, por que me hagas sentir que valió la pena tantas lágrimas y por que me hagas sentir que vale la pena apostar al amor...

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